Diálogo sobre calidad de vida y necesidades humanas es una nueva publicación perteneciente a la serie de Dosieres Ecosociales que publica FUHEM Educación Ecosocial.
Vivimos inmersos en una profunda crisis ecosocial, entendiendo por «crisis ecosocial» aquella que surge de la interacción entre el sistema social, en cuyo seno el sistema económico suministra bienes y servicios, tejiendo relaciones que dan lugar a diferentes órdenes sociales y el sistema biofísico con sus propios procesos naturales y límites ecológicos, de tal manera que, si bien las consecuencias de dicha crisis se reflejan y retroalimentan en ambos planos, encuentran su origen en un modelo socioeconómico injusto e insostenible cuyo modelo de producción y consumo está poniendo en peligro, además de la vida de numerosas especies, la propia reproducción de la existencia social.
Es una crisis que se desarrolla en una época de profundos contrastes: por un lado, miseria cuando no se alcanza lo mínimo para una vida digna; por otro, patologías sociales y deterioro ambiental consecuencia de la sobreabundancia y del exceso. De ahí que el principal desafío que tiene planteada la humanidad ante la envergadura de la crisis ecosocial actual es el de encontrar caminos intermedios entre la carencia y el despilfarro que respondan a la pregunta de cuánto es suficiente para garantizar el bienestar de todas las personas sin comprometer las bases naturales que sostienen la vida en el planeta.
Hay quien ha propuesto para afrontar este desafío un marco compuesto por un suelo social (definido por las necesidades humanas) y un techo ambiental (definido a su vez por los límites naturales).
Combinar los límites sociales (o suelo) y planetarios (o techo) ayudaría a enmarcar la cuestión acerca de la buena vida. Entre ambos límites existe un espacio donde esa expresión puede adquirir algún sentido. Fuera de ese espacio, expresiones como buen vivir, vida buena o calidad de vida carecen de sentido o se convierten en significantes sin significado.
Los límites planetarios están definidos con relativa precisión por los científicos, sin embargo, la relativa precisión que logramos a la hora de definir los límites planetarios desaparece en gran medida cuando abordamos los límites sociales. No obstante, la dificultad no nos debe llevar a pensar que poco se puede hacer.
Para este propósito hay que acometer una doble tarea: por un lado, proceder a un análisis crítico de la forma exagerada y deformada en que las necesidades se expresan en el marco de las relaciones sociales capitalistas y, por otro, identificar aquellos aspectos de la condición humana que no se pueden descuidar sin provocar una pérdida o daño grave en la persona. La primera tarea exige, como paso previo, comprender los procesos y mecanismos económicos, culturales e institucionales que recrean y mantienen abiertos los estados de necesidad y de escasez en la sociedad. La segunda ayuda a distinguir las necesidades de cualquier persona (las necesidades humanas) de los deseos y de los privilegios individuales de unos pocos. Sólo así será posible encontrar vías de satisfacción capaces de asegurar una prosperidad sostenible.
Afrontar el desafío de garantizar la suficiencia sin menoscabo de las bases sociales y naturales que sostienen la vida en el planeta requiere un cambio profundo de paradigma que pasa, entre otras cosas, por repensar qué entendemos por una vida buena. Parece difícil que podamos alcanzar una sociedad justa si no somos capaces de razonar juntos sobre el significado de la vida buena en el contexto histórico que vivimos. En la deliberación, cuando operan criterios de imparcialidad y virtudes cívicas, es posible concluir qué argumentos se encuentran respaldados por las mejores razones y, a partir de ahí, identificar qué intereses deben prevalecer y si se corresponden o no con el interés general. En caso contrario, cuando las preferencias no se apoyan en razones, quien detenta el poder (en cualquiera de sus formas) es quien termina imponiendo la visión y defensa de sus propios intereses particulares presentándolos como generales. La deliberación racional democrática exige argumentación y discusión pública.
Este breve diálogo de los autores pretende por tanto presentar, de forma razonada, los principales debates acerca de qué cabe entender hoy por una vida buena y cómo lograr una sociedad justa y sostenible sin personas excluidas.
Fuente: CENEAM
No hay comentarios:
Publicar un comentario