domingo, 17 de abril de 2011
Notícies diumenge 17 d'abril
Finalitza hui la Campanya Mundial Tots per l'Educació i com tots els dies d'esta setmana obrim amb un conte d'un alumne de 4t:
¿Y por qué yo no?
Abaja, Marruecos 2002
La lluvia tan solo entorpecía el trabajo de Samira, se le llenaban los cubos de agua y le hacía el trayecto más pesado. Por otro lado agradecía estos momentos de lluvia para poder refrescarse y al mismo tiempo curar sus heridas del trabajo diario que sus padres le obligaban a hacer, ya que no le dejaban la posibilidad de estudiar, decían que su hermano tenía preferencia ante ella por el simple hecho de ser hombre. Samira no podía más, estaba muy débil y se le cayeron los cubos que iba a llenar al pozo, se sentó en una roca y echó a llorar. Empezó a reflexionar sobre preguntas que se formulaba desde hace tiempo pero que había preferido olvidar para no entrar en conflicto con sus padres ¿por qué ella no tenía el mismo derecho que su hermano Emir de poder estudiar? ¿A caso ella no trabajaba igual o incluso más que él?
Se levantó de la roca, dejó los cubos en el suelo y empezó a correr a través del río para llegar a su casa que estaba a 8 km de ese lugar. Pasadas unas horas, cuando la lluvia ya había cesado, Samira entró a su casa, su padre Mohammed al verla sin los cubos de agua le dio una bofetada y le dio 100 dinares para que fuese a comprar comida, ella cogió el dinero y se lo arrojó al suelo. El padre le iba a dar otra bofetada pero ella le apartó la mano y le dijo: ‘Ese dinero lo podía guardar y darme el privilegio de poder asistir al colegio padre, prometo que seguiré haciendo las tareas que me otorga por favor, deme la oportunidad de poder estudiar’, Mohammed se echó a reír y tras otra bofetada le volvió a dar los 100 dinares y le ordenó que fuese a comprar si no quería experimentar las consecuencias. Samira que era una chica muy lista, cogió un lápiz y un papel y escribió: ‘Cuando decida pagarme los estudios, volverá a verme, padre. Estaré atenta en el colegio por si decide pasarse’. Ella había aprendido a escribir gracias a su hermano Emir, siempre que volvía de la escuela, él intentaba enseñarle lo que él había aprendido.
Samira dobló el papel y lo dejó en la mesa junto a los 100 dinares que le había entregado, dicho esto, salió de la casa y comenzó a correr, Mohammed no pudo seguirla ya que tenía un problema con la pierna derecha, pero cogió el papel y como él no sabía leer esperó a que llegase Emir para poder decirle lo que Samira le había escrito.
Al llegar Emir, el padre le dijo que le leyese el papel, Aysha (la madre) estaba tras la puerta escuchando lo que decía el papel y corriendo se arrodilló ante Mohammed y le pidió que lo hiciese, que la dejase estudiar, ellos dentro de lo que cabía no tenían muchas dificultades económicas y no supondría sacrificarse para poder pagar su educación. Entonces Mohammed le dijo que si Samira había hecho esto en serio prometería reflexionar sobre ello.
Pasaron ya cinco días, ahí es cuando la familia se dio cuenta de la situación, no volverían a ver a su hija a no ser que le pagase los estudios, Mohammed se acercó a la escuela y pagó lo que costaba que Samira estudiase, instantáneamente que el padre pagara el dinero ella corrió llorando y le dio un abrazo a su padre. Durante dos años, Samira compaginaba los estudios con las tareas de casa, pero tras pasar un tiempo consiguió que las tareas de casa se dividiesen parcialmente entre los miembros de la familia. Pero esto no es todo, al ser apuntada al colegio Samira, muchas niñas más se revelaron ante sus padres y consiguieron que les permitiesen estudiar, y por eso, gracias a Samira, la desigualdad entre hombres y mujeres en Abaja (Marruecos) no supone ningún conflicto. Cada 13 de Junio (el día en que Samira ingresó al colegio), todas las mujeres de ese pueblo se toman el privilegio de no trabajar y de no asistir a la escuela.
Autor: Mario Martínez de Varcarcel. 4t d'ESO.
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